Ayer fue el aniversario de mis padres y el cumpleaños de mi abuela. Así que hoy me ha tocado hacer lo que ellos quisieran sin poder rechistar.
Íbamos a ir a almorzar donde yo quisiera (por lo menos me dejaban elegir), pero mi padre no se encontraba bien (no le sienta muy bien salir los sábados) y nos hemos quedado en casa.
Después de comer nos hemos ido al campo, donde hacía años que no iba (la última vez fue porque mi madre me dijo que la gata se estaba muriendo, y al final era mentira).
Por el camino miles de recuerdos han invadido mi mente. El carril ya no estaba como antes, ahora lo han asfaltado... ¿Qué gracia va a tener ahora cuando llueva y los coches no se queden allí atascados?
Debajo de la casa había (y hay) como una alberca donde nunca ha habido agua (hombre, supongo que años antes de yo nacer sí la usarían para algo) y donde nos metíamos a jugar. Estaba llena de escarabajos, así que nada, a jugar con ellos.
También había un olivo enorme donde me iba con mi primo y mis amigos. Allí pasábamos las horas muertas creando sueños de pedruscos y cochecitos (les hacíamos casitas a los coches y hacíamos concursos). Era una buena forma de salir de la realidad... aunque yo nunca haya estado en ella.
Recuerdo también que la verja, cuando iba llegando con el coche, parecía un papel pintado de gris que con el tiempo se ha ido oxidando y se ha tornado marrón.
¿Y mi gata? Sigue igual de guapa y de guarra que siempre. Ahora tiene un compañero que se llama Doraemon, aunque está celosa de él. Echo de menos despertarme a media noche y no encontrarla jugando con mis piernas.
Tras ver a mi gata y a otros bichos que me han atacado (como una gallina), hemos ido a ver a mi abuela. La pobre se ha alegrado (y extrañado) mucho de verme. No hacía más que preguntarme "¿Cómo que hoy has venido?".
No me extraña que haya perdido la cabeza, pues vivir con mis tios y mi primo no es para menos:
Para empezar vive con mi tia (la loca), que lo único que hace es pegar voces y beber coca-cola; mi tio político (el autista), él no hace nada ni dice nada, sólo cuando bebe. Parece una estatua delante de la tele; y por último mi primo (el yonki esquizofrénico), que allí estaba fumando mária tan tranquilo (momentos en los que no se por qué mis padres tienen que estar allí). La verdad es que no me extraña que el pobre esté esquizofrénico, viviendo con mi tia...
27 noviembre 2006
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